No esperaba
mucho de este Cónclave. Ya me había decepcionado en el 2005 con un Ratzinger
que desafió aquel famoso dicho que dice “quien entra Papa, sale Cardenal”.
Esperaba un Scola o un Scherer, por lo que me decidí por el desinterés para no
estar haciéndome malasangre.
Por una serie
de casualidades, y causalidades, me encontré viendo la salida del futuro Papa
en vivo y en directo, en pantalla gigante. Con la aparición del Cardenal
Protodiácono, me asusté un poco. Pensé que era el nuevo Pontífice, y mi
reacción fue un “no da”. Pero al escuchar el nombre de “Bergoglium” me
sorprendí y, a la vez, me emocioné. No lo podía creer. Ese hombre sencillo,
cercano, inteligente, pastor, que tantas veces vi, y con quien pude hablar
personalmente en algunas oportunidades, se convertía en el primer Papa no
europeo de la Historia
de la Iglesia. De
locos…
Sus primeros
gestos, que se sucedieron inmediatamente, me entusiasmaron. La vestimenta
austera, el saludo simple, su sonrisa y su naturalidad, me dejaron ver que era
el mismo que tantas veces me bendijo, me pidió que rece por él, viajó en transporte público, caminó las
villas, denunció injusticias y desafió en incontables ocasiones al orden
establecido. La frase descontracturada, con un toque de humor, afirmando que lo
fueron a buscar al fin del mundo, alimentó mi entusiasmo. Hacerse bendecir por
el Pueblo, utilizando esta palabra tan significativa, coronó lo intuido.
El resto de
sus palabras, signos y gestos, encendió la esperanza. “
Como quisiera una Iglesia pobre y para los pobres”, dijo. Y ya dio
señales en ese sentido. Pidió que los argentinos que quisieran viajar, donen
esa plata a los pobres en vez de ir. No quiso un anillo de oro macizo. Se puso
sus gastados zapatos, que se embarraron tantas veces. Eligió su nombre en honor
de San Francisco de Asís, quien dio todas sus riquezas, que eran muchas, a los
pobres (y no olvidemos su referencia a la paz, y al cuidado del ambiente). Contó la anécdota con el Cardenal brasilero Hummes, quien ojalá hubiese
sido Papa en el 2005, que le dijo “
no te
olvides de los pobres”. Y en la misa de asunción citó a Mt 25: “
abrir los brazos para custodiar a todo el
Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente
los más pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe en el
juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al
desnudo, al enfermo, al encarcelado”.
También se
intuye una nueva mirada de lo eclesial, con una iglesia de Roma presidiendo en
la caridad a las demás iglesias locales, y quizás trabajando de manera
colegiada. Se esperan cambios en la tenebrosa, siempre sospechada, y con razón,
curia romana. Su posición sobre el tema de los sacerdotes pedófilos,
representada en lo sucedido con el Cardenal Law, también es todo un mensaje.
Que su austeridad y cercanía sean noticia, habla muy bien de Francisco, pero
también desnuda una Iglesia que ya no puede seguir siendo la misma. Y estoy
convencido que hay muchas cosas más para cambiar. No se necesita una reforma,
sino una revolución.
Se ha sembrado
oscuridad sobre algunos episodios de su pasado, haciendo eje en la supuesta
complicidad con la
Dictadura. Confieso que hace unos años estuve preocupado por
ese tema. Leí mucho al respecto. Investigué. Consulté personas cercanas, a él y
a mí. Personas confiables. Y hoy puedo decir que creo en la explicación de
Jorge Bergoglio. Y el apoyo de Adolfo Pérez Esquivel, Alicia Oliveira, entre
tantos otros testimonios, confirma mi intuición.
También se lo
ha llamado “Jefe de la
Oposición”. No tengo dudas de su capacidad política, su
mirada estratégica. Pero también creo que intentó mantenerse lejos de toda
disputa partidaria. Su rol fue construido desde los medios, con la hábil complicidad
de algunos opositores, y cierta torpeza disfrazada de conveniencia por parte
del oficialismo de turno. No hay dudas que tuvo palabras duras dirigidas hacia
este proyecto nacional y popular, al que personalmente apoyo críticamente. No
es menos cierto que esa palabras se pueden aplicar a casi cualquier proyecto
político conocido, donde hay corrupción e impunidad.
Considero que
su habilidad política y mirada de estratega lo puede ayudar mucho en los pasos
que tiene que dar. Citar cariñosamente a su amigo Hummes fue un claro guiño a
los brasileros que, no sólo pueden estar dolidos por la designación de un
argentino, sino que son los primeros que lo recibirán en una verdadera muestra
de popularidad como será la
Jornada Mundial de la Juventud en Río (sumemos la audiencia a Dilma). Nombrar y hacer pasar al curita
que trabaja con los pobres de Uruguay, colabora en su posicionamiento como
latinoamericano, algo que termina de cerrar con sus palabras a Cristina sobre la Patria Grande. Hablar
de sus padres italianos, y recordar a Francisco de Asís como patrono de ese
país, en su primer Angelus, le termina de abrir las puertas de la iglesia de
Roma, donde será obispo. Recibir a nuestra Presidenta con un almuerzo fue otra
genialidad. Y que ya se hable sobre el primer beato de su pontificado, haciendo
referencia a un cura argentino, franciscano, amigo de Angelelli, mártir víctima de la Dictadura, no puede ser
casualidad (agreguemos que ya tiene audiencia con Pérez Esquivel). Y no digo que todos estos gestos sean falsos, o producto del
marketing. Los creo sinceros. Pero como dijo Jesús, “
sean astutos como serpientes y sencillos como palomas”. Y el Papa Francisco
lo ejecuta a la perfección.
Por lo visto
en estos días, sigue siendo el mismo obispo cercano, austero, sencillo, que
habla de la misericordia, la ternura, el perdón y la bondad. El que acompañó a
las víctimas de Cromañón, incluyendo a sus familiares, y que trabajó mucho por
el ecumenismo y el diálogo interreligioso. El que apoyó a los curas villeros, y
se hizo Pueblo muchas veces en Luján y San Cayetano, como en tantos otros
lugares. El que todos los Jueves Santo lavaba los pies de los más débiles y
vulnerables. El redactor en jefe del Documento de Aparecida, donde se introdujo
el revolucionario concepto de “sobrantes”. Aquel que se compromete con los
pobres, que denuncia la trata de personas, el trabajo esclavo, que camina en
medio de su Pueblo. El desafío es seguir hablando desde la periferia, pese a
estar en el centro.
Pero quizás no
siga siendo el mismo. Quizás pueda parecerse cada día más a Jesús. Quizás
acceda plenamente a la libertad de los hijos de Dios, algo difícil siendo
arzobispo, pero totalmente posible desde este nuevo rol que tiene que cumplir
sirviendo al Pueblo de Dios.
Me alegra
poder hablar de Francisco y la Triple E.
Porque
este Papa Francisco, esta Nueva
Iglesia, me emociona, me entusiasma, y me devuelve la esperanza. Amén.