viernes, 15 de marzo de 2013

"El Papa Francisco" por Sandro Rojas

Comparto un escrito de Sandro Rojas, que representa mucho de lo que siento y pienso en estos momentos...

"Ya pasaron varias horas desde que conocí la noticia del nombramiento del Cardenal Bergoglio como nuevo Papa de la Iglesia, el Papa Francisco. A la sorpresa le siguió la emoción. Sí, la emoción… Jorge o el Padre Jorge es el Papa! Todavía no lo puedo creer. ¿Es verdad? La gente en el bajo Flores estaba feliz. Un pibe en la escuela me dice “hoy pinta foto en el ‘Face’ con el Papa” (y me narra un recuerdo personal). Todos, muchos tienen una anécdota con él. Puedo dar fe cómo “bancó” a mis amigos curas en situaciones complejísimas. Yo, en lo personal, tengo dos o tres momentos muy puntuales en mi vida personal en los que lo sentí paternalmente cerca.


Político, hábil, estratega, sutil, por momentos oscuro… sí.
Arrastra la carga de su actitud frente a la última dictadura militar argentina… también.
Pero no es menos cierto que si todos podemos dar cuenta de algún momento con él es porque fue verdaderamente un Pastor en la ciudad. Mi memoria afectiva registra lo que fueron los días de Antonio Quarracino y algunas de mis pesadillas toman cuerpo. Por lo tanto, el ministerio de Bergoglio en la Ciudad implicó, para mí, un salto cualitativo. Eso es innegable.

De un conato de gerontes jerarcas y monarcas (la mayoría de los fratelli cardenali se autocomprenden así), en donde no estaban sentados hombres de la talla de Pedro Casaldáliga (esos no llegan), no podíamos esperar que surgiera una encarnación de Angelleli o Helder Camara. 

De un espacio de asfixia curial en donde ninguna mujer tiene voz, en donde los laicos sólo aparecemos representados por la guardia suiza, personal de seguridad o algún mayordomo, no podíamos esperar un salto cualitativamente diferente.

Y paradójicamente, en ese escenario y en ese contexto, con la hermenéutica de la sospecha como actitud vital que me define, lo veo a Jorge, al Padre Jorge, al Papa Francisco, saludar con esa voz tan particularmente conocida, sonreír y decir buenas noches.

Creo firmemente que el Espíritu de Dios nos anima como Iglesia pero descreo profundamente del discurso sacralizador que pone en su nombre decisiones que encubren los manejos rancios del poder. Pero anoche me fui a dormir con un “gracias, Señor, y cuidalo mucho porque te va a necesitar”. Un hombre sólo no garantiza nada. Pero las circunstancias son las que construyen nuestro papel en el entramado de la historia. No hay mucho margen. Está bien a la luz y bien expuesta la crisis que vivimos como institución eclesial. Y siento que se abre una grieta de esperanza. Somos pueblo. Pueblo de Dios. Pueblo de los hombres y las mujeres que en conciencia queremos hacer posible el sueño inclusivo de Jesús. Con nosotros, con nuestra acción y oración nos va a encontrar el Papa Francisco. También con nuestra voz que alguna vez puede ser crítica, pero que nace del amor a nuestra vocación de ser “Comunidad” convocada y congregada desde la experiencia de Dios y alentada por el espíritu de Jesús en la construcción de su utopía.

Creo firmemente en el valor de los gestos. Y ayer hubo algunos que alientan la esperanza. La sobriedad en el vestir. La sonrisa como primera palabra. La cruz de siempre, esa que usó como obispo auxiliar y después como Cardenal Primado de la Argentina. Las palabras centradas en la ministerialidad del obispo y la relación con su Iglesia local (la palabra Papa solamente la escuchamos en el “habemus…”), en este caso el pueblo (esa sí la dijo más de una vez) de Roma. “Presidir en la caridad como obispo de Roma” es una fórmula que permite soñar con la descentralización de la monarquía autorreferencial de Roma y sus oficinas palaciegas. Uno entre sus hermanos. El primero pero con otros. Si hasta confió en la ayuda de su Vicario. Un Papa pidiendo ayuda!

Y por último los que a mí me parecen más importantes: 

*- La bendición del pueblo sobre el hermano obispo. Encarnando las palabras de Agustín: “Donde me aterra lo que soy para ustedes, allí me consuela lo que soy con ustedes. Para ustedes soy obispo. Con ustedes soy cristiano”.

*- El nombre de “Francisco”. Por primera vez el ministerio petrino asume esta singularidad. Quizás como buen jesuita esté su cariño por el patrono de las misiones. Yo espero que la referencia sea a ese enamorado de Dios, de los hombres, de la pobreza y de la creación que fue Francisco de Asís y cómo él sienta la necesidad de restaurar la Iglesia (recordemos las palabras vocacionales que Francisco de Asís experimentó en la iglesia de San Damián). Alguna vez alguien dijo que la diferencia entre Francisco de Asís y Martín Lutero fue la actitud de los Papas para con ellos. Ojalá el Papa Francisco le de voz a los que amamos profundamente nuestra identidad de Pueblo de Dios pero elevamos una voz crítica para dejar de ser “poder” y “empoderarnos” desde una opción claramente evangélica. Desde una opción urgente y definitiva por los empobrecidos, por los últimos. Y también espero que en la elección de ese nombre esté la presencia reconciliada de Francisco Jalics (yo los ví abrazarse una vez y ese gesto del Padre Francisco para con el Padre Jorge me marcó profundamente).

Con el tiempo, con el andar de los días y los meses, vamos a ver si la alegría esperanzada de hoy se vuelve realidad de un espacio más humano y liberador. O si es más de lo mismo y la vida habrá que buscarla en la periferia.

Por ahora me ilusiona su ministerio porteño. Como Obispo de la ciudad dio prioridad al trabajo pastoral. Sus obispos fueron elegidos entre los párrocos. Menos Doctores en Teología o Derecho canónico y más pastores (algunos). Suavizó el dolor de los papás y mamás de Cromañón o las víctimas del Sarmiento. Estuvo con los compañeros y compañeras de La Alameda denunciando la trata de personas y el trabajo esclavo de los niños. En el Luna Park se animó al ecumenismo en serio. En los santuarios de San Cayetano y de Luján experimentó y disfrutó la potencia de la religiosidad popular. Lavó los pies de enfermos de HIV. Pasó algunas Pascuas en la cárcel. Solidario con su hermano en el episcopado Fernando María. Aborrecido por la fraternidad lefevrista. Como Canciller de la Universidad Pontificia nombró como rector a un biblista más propenso al diálogo. No censuró a nadie por su pensamiento teológico. Metió mano en algunos negocios fraudulentos. Acompañó la pastoral villera.

La última vez Querido Padre Jorge, Papa Francisco que nos vimos me pediste dos cosas: que tuviera más hijos y que rezara por vos. Lo primero, no entra en nuestro horizonte familiar, salvo que Jesús decida lo contrario. Lo segundo descontalo. 

Que María la Madre del Pueblo te cobije y te de fuerzas para llenar de aire fresco una casa que huele mal por todos lados. Nunca compartí tu devoción por San José, pero sé que esas manos trabajadoras y paternales te están acompañando. Que San Oscar Romero y los mártires salvadoreños te iluminen la mirada y alimenten tu palabra. Y por último que San Juan Pablo I sea un espejo en el que inspirarte. Con amor de hijo, Amén."

No hay comentarios: